Archipiélago de Madeira
islas a visitar en el Archipiélago
Sobre La Región
Este territorio ha sido, en otros tiempos conocido por romanos y fenícios, aunque el descubrimiento oficial del archipiélago ocurrió en 1418, primero con Porto Santo por los navegantes João Gonçalves Zarco y Tristão Vaz Teixeira, y en el año siguiente, la Isla de Madeira por João Gonçalves Zarco y Bartolomeu Perestrelo. El plano inicial era explorar con detalle la costa oeste de África, al mando del Infante D. Henrique, pero debido a las intemperies, los navegantes fueron apartados de la ruta inicial, descubriendo así la dorada Porto Santo. La orden de colonizar de este territorio se dió rapidamente, y siglo tras siglo, convirtieron al archipiélago en uno de los puntos turísticos portugueses. La Isla de Madeira, con la capital encantadora de Funchal, es ya famosa por su clima de excelentes temperaturas, donde parece que siempre es primavera, la cálida agua del mar y floreciente vegetación, que la calificó como “perla del Atlántico” o “jardín del Atlántico”, haciendo de la Isla de Madeira un destino turístico de elección durante todo el año. El bosque Laurisilva, clasificado por la UNESCO como Patrimonio Mundial Natural, ofrece paisajes sin igual, pudiéndose embarcar en la aventura de las "levadas”, antiguos caminos de agua que facilitaban la irrigación de tan accidentados terrenos, y que hoy en día constituyen la mejor forma de conocer este patrimonio natural.
Dicen que la Isla, y el Archipiélago, habrán recibido este topónimo debido al denso bosque que permitía la recogida de mucha madera para las necesarias embarcaciones de la expansión marítima portuguesa en la altura de los descubrimientos Portugueses que dieron “nuevos mundos al mundo”.
Hoy en día, la Isla de Madeira se encuentra modernizada, con buenos accesos, servicios, de gran calidad, la más variada oferta hotelera y turística, manteniendo siempre su tradicional estilo de vida y el gran encanto floreciente de poseer, en sus 728 km2, montaña, mar, clima ameno, suelos fértiles y costumbres y tradiciones siempre vivas y agraciadas, como es ejemplo el mundialmente famoso “reveillon” madeirense, que llena de color y de vida la bahía de Funchal, iluminando toda la isla en un mar de color y belleza, o incluso el colorido baile de Madeira, en una profusión de color y alegría típica del folklore Madeirense.
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